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lunes, 24 de junio de 2013

A tiempo.

Y mira que en estos días se vuelve difícil abrir el corazón.
Cuánto es lo que aterra una ilusión próxima a madurar en una emoción.
Emoción que sientes cuando tocas sus labios,
que te recuerda un pasado oscuro, emoción familiar que te destruyó.
Y sin poder evitarlo, esa emoción crece tanto que pues,
sin saberlo o calcularlo, ya es un sentimiento.
Puedes andar en confusión, engañándote y replicándote
que aún estás a tiempo.
A tiempo de destruir ese sentimiento que a su vez,
te hace entrar en pánico.
Sentimiento que intentas detener, que deseas detener, que te propones detener.
Y cuando miras el reloj, caes en cuenta de que ese sentimiento
está llamando a otros.
Te maldices, maldices a esa otra persona, la odias pero la quieres,
la extrañas, la piensas...y así, ya se te salió de control.
Tal vez aún no sea tan grave -te dices-.
Y te haces una pregunta que parece muy difícil de responder
Pero de pronto sabes que cada quien tiene una respuesta diferente
¿Sabes cuándo has perdido completamente?
Solo tú sabes esa verdad que acompaña tu corazón:
"Cuando sus besos detengan mis pensamientos" -grita tu alma-.
Esperas entonces no llegar a ello, ahora no, no así.
Y una sola palabra recorre tu mente: dolor.
Es miedo, lo es, ya lo sabes
Lo has sentido ya, has callado la verdad
y eso lo has hecho para poder arriesgar.
Has aprendido de la manera más cruel,
ahora sabes un poco más de las generalidades.
Dudas como nunca antes y resuelves dejárselo al tiempo
aun sabiendo con certeza, que es de cobardes lo que haces.